Horacio nos contó que durante muchos años se llamó César, por el nombre que le pusieron sus apropiadores cuando lo recibieros de manos de su padrino, un oficial del ejército. Sus padres habían sido militantes montoneros y fueron secuestrados y asesinados cuando el tenía unos pocos meses. Horacio remarcó la acción criminal de los militares destacando que "...no sólo secuestraron y ejecutaron a mis padres, además me negaron la posibilidad de seguir mi vida con mi familia biológica, me entregaron a otros como si fuera un objeto...".
Ante los alumnos de 3ro, 4to y 5to año que seguían su relato con mucha atención, contó además que en su adolescencia comenzó a sentir fuertes contrastes ante sus supuestos padres. Además de las diferencias físicas (con humor, lo ejemplificó con el hecho de que él medía casi dos metros y ellos, no...) no encontraba nada que vincule su carácter con el de sus apropiadores. Además, existían demasiados huecos a la hora de contar su historia personal, en particular de su nacimiento. Fue así que una suma de factores le hicieron sospechar fuertemente sobre la veracidad de su historia y se acercó en marzo de 2003 a las Madres de Plaza de Mayo para hacerse los estudios genéticos que le permitiesen conocer con certeza su verdadero origen.
Así, en sólo 15 días y gracias a la oportuna ayuda de su novia que reconoció a sus padres por fotos publicadas en Internet (ver archivo de Madres de Plaza de Mayo), Horacio recuperó su verdadera identidad, la que le robaron durante muchos años luego de matar a sus padres.
Con emoción escuchamos a Carmen revivir su desesperación por recuperar a su hijo y su impotencia ante la indiferencia cómplice de gran parte de la sociedad de aquel entonces. Y con admiración recibimos el testimonio de su lucha junto al resto de las Madres, que jamás tuvo como objetivo venganza sino justicia. Esa misma justicia que sus hijos persiguieron.
Con gran generosidad nos acompañó un buen rato y tuvimos así la fortuna de poder conversar con ella, preguntarle nuestras dudas, y expresar nuestro agradecimento y admiración por su lucha y la de las Madres.Nazarena (en la imagen) nos regaló con su voz sentidas canciones que permitieron crear el clima necesario para vivir plenamente el encuentro.
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